lunes, 6 de noviembre de 2017

Bienaventurada



Pareces amable y sincera
cuando a mi saludo correspondes;
aun así, mi lengua tiembla y calla,
y no me atrevo a mirarte.

Vas, sabiéndote admirada,
de humildad y de bondad vestida;
como venida del cielo a la tierra
para probar que existen los milagros.

Te muestras agradable, y tus ojos 
provocan en mi corazón tal dulzura
que quien la desconoce no la entendería;

pues en tus labios habita
una apacible fuerza, llena de amor,
que a mi alma dice: “Suspira”.

(Variación sobre un tema de Dante)